Gintama o el arte de ser un desgraciado.
Oh no, aquí viene el flashback. Precioso 2016, año en el que más o menos comencé a usar y entender internet, a tratar de mejorar el consumo de mis aficiones y en el que definitivamente caí en cuenta que soy un asco de ser vivo no por serlo tal cual, sino por saberlo y no hacer nada por mejorar, oh, y ese año también vi Gintama, wiiii. Sip, esto, no acaba bien. Supongo que saben de qué va la cosa, la auténtica oveja negra de la animación japonesa, esa que divide al público occidental en quienes no la ven porque saben que es mala y quienes la ven asegurando que es graciosa por las parodias a otros animes, la cruel realidad es que vas a encontrarte con más que nada referencias a celebridades niponas, bromas sobre comerciales, juegos de palabra y las dolorosas apelaciones a reallity shows del país del sol naciente dejando apenas campo a animes o si gustabas, videojuegos; llega un arco completo (eso en términos de Gintama son de 3 a 7 capítulos) en los que es una parodi